sábado, 7 de agosto de 2021

EL SAGRADO MASCULINO

 


Hay hombres poderosos, hombres que están a la escucha, que comprenden, que reflexionan, hombres cuya presencia te tranquiliza, te sorprende, te encanta; hombres tranquilos y hombres dulces.
Hombres que no te miran para llenar su vacío interior. Hombres que realmente buscan entender, ayudar, ser un apoyo.

Hombres que aceptan ser vulnerables a veces, hombres que sonríen, que bendicen, que han aceptado perfectamente su feminidad.

Que Integrada, expresada, sublimada, ésta se convierte en un motor fantástico de agudeza intelectual, de intuición, que hace a los hombres sensibles, hombres que se conmueven y que lloran.

Sus lágrimas lo curan todo. Lo perdonan todo. Son las lágrimas de un Sol.
Un Sol que brilla entre las estrellas, sin quemarlas, respetándolas, admirándolas, sin tratar de deslumbrarlas, al contrario, exaltándolas, maravillándolas, contemplándolas, como piedras preciosas y raras. Como rocas, sobre las cuales también pueden descansar.
Hombres mágicos, que transforman y trascienden. Hombres fuertes, hombres solitarios, como lobos. Lobos que protegen, que defienden.
Hombres que saben cómo manejar el elogio, sin hacerlo excesivo, incómodo o fuera de lugar.
Hombres que honran mientras celebran. Felices, optimistas. Que aman la naturaleza, sin calcular. Espontáneos y vitales. Y si ya he vivido antes, espero haber sido uno de esos hombres.
Texto: Valerie Mautin