LAS MANOS DEL TAROTISTA...
Las manos del tarotista son las más inusuales.
Las manos del carnicero tienen cortes y cicatrices. Huelen a muerte y escurren fluidos entre sus dedos.
Las manos del jardinero son ásperas como la tierra que acarician, fuertes como las raíces y delicadas como los pétalos que cuidan.
Las manos del costurero son pequeñas y hábiles. Enebran agujas con la misma rapidez que chasquean los dedos.
Pero las manos del tarotista son las más inusuales.
Se encuentran por el mundo de todos los tamaños y de todas las formas.
Están las manos arrugadas, que toman con cierto temblor esa baraja medio desecha y extienden tiradas gitanas que desnudan el alma.
Están las jóvenes y hermosas, que con la fluidez del agua barajan y cortan, extienden y recogen. Y en el proceso te hechizan el alma.
Están las toscas y rudas, que doblan y truenan las cartas como los corazones cansados de quienes llegan al encuentro.
Las manos del tarotista tocan la muerte. Sienten la fuerza. Acarician la templanza. Sueñan la luna. Estrechan al diablo. Esperan la estrella. Guían a los enamorados.
Y son las manos del tarotista las que barajan, cortan y eligen.
Son las manos las que acomodan en complejas estructuras o en simples tiradas cada uno de los arcanos que salen del mazo.
Son las manos las que nos permiten dar vuelta y revés. Señalar. Contar. Levantar. Arrastrar.
Son las manos del tarotista las más inusuales...
Fuente: El Tarot de Andy